De las cartas que muchas veces envié ya sin destinatario, casi sin remitente, firmadas por la loca enamorada de la luna solicitando respuestas concretas.
De las cartas repetidas y suplicantes por aclarar las confusiones que las peripecias de la vida me han causado.
De las cartas a cada estrella, cada estela en el firmamento, a cada ángel por ahí volando, a la diosa de la mar...
Todas y cada una de ellas han sido respondidas, en el tiempo perfecto del universo, en su perfecta logística y administración. Ese cielo que se mueve en orden y armonía, que responde solo hasta que es el momento único e indicado.
El cielo siempre escucha, mas no siempre responde en los tiempos de los mortales, pues son impuntuales y desesperados, impulsivos y no fluidos. Siempre escucha y siempre responde, con magnanimidad, con sutileza y grandiosa belleza.
Cartas recibidas, respondidas y materializadas con esplendorosa belleza.
Gracias con polvo de estrellas.
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